Andalucía
Desde época remota, existe una ruta trazada entre montañas, valles y llanuras, que une el norte y el sur de España, en cuya cuenca baja del Guadalquivir de la antigua Iberia floreció la primera gran cultura urbana occidental, bajo la mítica monarquía de Tartessos, a finales de la Edad de Bronce. Debido a la gran riqueza minera por ellos controlada, y a las posteriores mediterráneas -fenicias, griegas y romanas-, el sur de España adquirió gran significación como productor de metales preciosos.
Sevilla es uno de los lugares más apreciados de España en el exterior. Aunque su influencia arquitectónica musulmana es lo más llamativo, -ya que fue ocupada por los musulmanes durante unos 800 años- mucho antes había sido un centro cultural de gran importancia. En ella se registra la existencia, como primeros pobladores, de una muy alta cultura, la tartesa, un pueblo pacífico y culto del que se sabe gracias a las crónicas griegas y a restos arqueológicos.
A partir del siglo XVI la Baja Andalucía se constituirá un enclave privilegiado gracias al descubrimiento de América y la confirmación de Sevilla como puerto y puerta hacia las Indias. El intercambio de mercancías y productos manufacturados hará de esta extensa región un lugar estratégico para el desarrollo económico y la difusión cultural. A ello hay que añadir la secular vinculación entre las Minas de Almadén y Sevilla para el trasiego de azogue hacia América gracias a lo cual se establecen conexiones perdurables en el territorio y la memoria entre la meseta sur y Andalucía occidental.
A partir del siglo XVI la Baja Andalucía se constituirá un enclave privilegiado gracias al descubrimiento de América y la confirmación de Sevilla como puerto y puerta hacia las Indias. El intercambio de mercancías y productos manufacturados hará de esta extensa región un lugar estratégico para el desarrollo económico y la difusión cultural. A ello hay que añadir la secular vinculación entre las Minas de Almadén y Sevilla para el trasiego de azogue hacia América gracias a lo cual se establecen conexiones perdurables en el territorio y la memoria entre la meseta sur y Andalucía occidental.
Visitar los lugares propuestos de las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, es visitar la esencia de Andalucía, su cultura, su modo de ver la vida.
Desde la perspectiva del patrimonio etnográfico e industrial se pueden establecer unas relaciones territoriales de gran interés al ser estas tierras sujeto de actuación intensiva por parte de las diferentes culturas históricas que en ellas han dejado sus huellas desde la protohistoria hasta nuestra más reciente historia contemporánea a partir de la revolución industrial.
de estas actividades quedando testimonio desde la edad moderna de importantes restos arqueológicos de la etapa preindustrial. La minería es otro de los factores que definen, en gran medida, nuestra inserción en los circuitos comerciales de la antigüedad dada la extensión de sus cotos mineros y la calidad de productos tales como el cobre, la plata o el plomo. Los trabajos cerámicos, de los que el Monte Testaccio en Roma es una grandiosa muestra, han conformado un panorama de extensa implantación y rica variedad productiva en forma de tejeras, ladrilleras y alfares. Las salinas definen el paisaje marítimo de la costa atlántica con sus oficios asociados del estero o sus transformaciones en las factorías de salazón e industrias conserveras. Ya desde la mitad del siglo XIX el ferrocarril se encargará de completar el sistema de comunicaciones existente desde la época romana e islámica con sus hermosos puentes, acueductos y calzadas, que se vio incrementado con una red de vías pecuarias de cerca de 30.000 kilómetros.